Como su nombre indica, se trata de elementos que cumplen una doble misión, reuniendo en un solo mueble los servicios y utilidades de sus componentes. Se trata, por lo tanto, de una consecuencia natural del problema que plantean las viviendas modernas, en cuanto a sus modestas dimensiones, tantas veces puesto en evidencia a través de los diversos temas que hemos ido presentando sucesivamente. Estos muebles ocupan un espacio que, en el momento de pasar a ser doblemente utilizados, significan un aprovechamiento máximo del lugar que ocupan. Por consiguiente, suelen ser la solución idónea para instalar habitaciones de reducidos tamaños, al
permitir que pueda extraerse de los mismos una utilidad que, mediante un dispositivo normal, no podría obtenerse.
Las posibilidades de los muebles transformables serán, de acuerdo con lo dicho, de singular importancia cuando se trate de proyectar viviendas pequeñas, tal como veremos en seguida.
La mayoría de este tipo de elementos se refiere a la conversión de un mueble que, durante el día, será sofá, sillón, aparador o armario, y que a partir de una determinada hora de la noche pasará a cumplir las funciones de cama.
Ello es debido a que, por regla general, el punto flaco que acostumbran a presentar las viviendas modernas, es la falta de acomodo real para el número de camas que precisan las familias que deben ocupar aquéllas.
En un extraordinario porcentaje de casos, faltarán dormitorios y no quedará otro remedio que habilitar un rincón de la sala de estar o el comedor, para que durante la noche se convierta en una habitación gracias al sofá cama, sillón cama o puff cama.
Y en muchas otras ocasiones, las alcobas serán pequeñas y, debiendo servir al mismo tiempo de sala de estudio y de recibo, la cama de estructura podríamos denominar clásica servirá más bien de estorbo que de utilidad práctica. No se olvide un hecho cierto que hemos destacado tantas veces como hemos aludido al problema de los espacios reducidos. La cama, mantiene una misión concreta durante un tercio aproximado de la jornada diaria. Pero durante el resto de la misma, no cumple absolutamente ninguna función, como no sea la estética que se derive de su presencia, formando parte del dormitorio.
Pero ya hemos visto, hace bien poco, que el dormitorio va dejando paso, de manera lenta pero insensible, a una ordenación de la casa que parte de criterios distintos a los tradicionales, cuya primera consecuencia se advierte en la minimización del sector destinado a comer, que antaño gozó de singular importancia, y que hoy queda relegado a un justo lugar secundario.
El segundo paso se refiere a la conversión de las frías e insípidas alcobas de soltero, que sólo tenían utilidad en el término de unas pocas horas diarias, en habitaciones aptas para ser vividas durante todo el día. Y así se ha llegado al concepto de la alcoba estudio, de la que ya hemos hablado extensa y oportunamente.
Ahora bien. Aunque los muebles transformables en camas constituyan la especialidad más conocida por el público, y consiguientemente la más utilizada, existen otros tipos que deben ser incluidos también al grupo. Tales por ejemplo, los muebles de la más variada apariencia que ocultan en su interior un bar completo, una nevera eléctrica o un tocadiscos con servicio para estereofonía, tema que ya se ha estudiado cuando hablamos del bar como elemento decorativo en la instalación de una sala de estar.
Podemos establecer una diferencia fundamental dentro del grupo, según cual sea la solución adoptada para resolver el mecanismo del mueble transformable.
En principio, distinguiremos dos variantes, según se trata de muebles convertibles o sofás cama.
Muebles convertibles, como su misma denominación indica, son elementos que presentan una apariencia determinada, disimulando tras de ella el verdadero objeto para el que fueron creados. Es decir, que el aspecto que normalmente ofrecen enmascara la función ulterior, cumpliendo dos misiones distintas de acuerdo con las necesidades del momento. Por su parte, los sofás cama parten de similar principio y buscan idéntico fin, aunque empleando para conseguirlo un camino diferente. El de interferirse dentro de una unidad superior, por regla general un armario tabique, plegándose sobre si mismo y pasando a ocupar un departamento cerrado del dispositivo común.